sábado, 27 de abril de 2013

El maletín

Hoy, no fue un día más, hoy decidí abrir mi maletín. 

Es pequeño, quizá un poco roto, sensible, pero aún funciona. Da protección a quien se quiera resguardar en su interior y le cuida hasta el momento que decide salir de su interior.

Al abrirlo, después de mucho tiempo de estar cerrado encontré: 

Amor, muy intenso por ti, más que por otra persona. 
Pasión, que crece día a día con tu compañía.
Deseos, grandes pero no imposibles...todos a tu lado, solo contigo.
Risas, que al verlas me sacaron lágrimas de felicidad. 
Confianza pero selectiva, pues a un lado de ella se encontraba la tristeza, fruto de la desilusión.
Felicidad, que trabaja día a día por desaparecer a la tristeza que en los días de lluvia me invade. 
Confesiones que recordé y con las que me sonroje.
Odio, al silencio, a la mentira, a la gente que no quiere ser feliz.
Silencio, al que quise sacar del maletín pero se sostenía muy fuerte del miedo, de los límites y la censura.
Distancia, que tenía una infinidad de pares de zapatos y un letrero que decía "fui derrotada por el amor".  Esto me saco una sonrisa y me di cuenta que es cierto, no hay kilómetro más grande que mi amor por ti.

Intenté cerrar el maletín después de echar un vistazo, pero el enojo, los celos y el coraje me lo impedían. 
Me asusté por encontrarlos ahí, pero me tranquilizó el ver a paciencia, felicidad y amor que se los llevaban a un lugar muy profundo, de donde les costaría mucho trabajo salir.

Por fin pude cerrarlo. Me senté frente a él, y comencé a llorar. 
Limpié mis lágrimas, sonreí y reflexione.

miércoles, 3 de abril de 2013

Extraño en el Tren

Sus ojos cafés..perdidos, me miraron. Lo miré y desvió la mirada.
El tren avanzaba, él, me seguía con la mirada. 
Yo, imaginaba cosas distintas según cambiaba la canción en mis oídos.
Comenzaba a dormirse. Yo lo miré y sonreí.
Su perfil era lindo. Nariz recta. Encantadora. Piel morena, se miraba suave.
Su cabello era negro, corto y despeinado. Llevaba un suéter a rayas, tenis y jeans. 

A medida que lo miraba más a detalle, me llamaba la atención.
No podía dejar de verlo.  Él, sentía mi mirada y me miraba de vuelta.
Nuestras miradas se cruzaron...duro segundos, ninguno parpadeo, eran solo las miradas fijas.
Preferí cambiar de dirección mi mirada, aunque la vista en el cristal no era tan buena como en sus ojos.

Por fin el tren llego al destino final...estaba a punto de parar, ambos, como sincronizados, nos levantamos de nuestro asiento. Antes de mirar hacia la puerta de salida, me miró, sentí que algo me decía con la mirada.
De pié tras él, me di cuenta que no era muy alto, pues solo me llevaba unos 10 centímetros.

Las puertas del tren se abrieron, el iba delante de mí. Caminaba muy rápido, llevaba las manos en los bolsillos, yo intentaba seguirlo, pero mis pasos eran mucho más cortos que los suyos. 
La gente a mi alrededor caminaba lento, me impedía alcanzarlo, y el avanzaba más y más a prisa.
Por fin tuve espacio libre, lo miré, creí que podría alcanzarlo, pero de pronto, desapareció. 
Miré a ambos lados del camino y no estaba. Me quedé unos segundos parada en la bifurcación del camino.
Tranquilicé mis ganas de mirarlo de nuevo, y caminé rumbo a casa, con la idea de que nunca existió.